Si la persona en duelo es alguien con quien trabaja, comprenda que es posible que necesite más apoyo y comprensión por mucho más tiempo de lo que cree. Su compañero o compañera de trabajo puede distraerse a veces, o puede tener una lista diferente de prioridades por algún tiempo. Mientras que las empresas estadounidenses permiten un tiempo para ausentarse por duelo, el duelo puede continuar por muchos meses.
Si es un vecino o vive en su comunidad, o comparte la oficina con usted, puede ver a la persona actuar de manera diferente, por ejemplo, quedándose en casa a menudo, estar más callada o más activa. No dude en acercarse a ellos y anímelos a hablar. Pero recuerde ser el oyente. Si quiere evitar pasar demasiado tiempo escuchando porque tiene trabajo que realizar, tenga en claro cuánto tiempo tiene para escuchar (es decir, «Tengo unos diez minutos—¿Qué tal si tomamos una taza de café?” O bien, «Sé que debes hablar, la hora del almuerzo sería un momento mejor que este».).
Por otro lado, es posible que no quieran hablar en absoluto. No tome esto personalmente. A veces las personas en duelo solo necesitan pensar y hacer otras cosas para mantener sus mentes ocupadas. Es posible que necesiten tomar un descanso del difícil trabajo del duelo. Solo hágales saber que está disponible para cuando estén listos.
Cuando uno da a luz o adopta un hijo, los padres esperan que el niño viva más que ellos. Construyen un futuro lleno de sueños, fantasías y metas para sus hijos. La tarea de los padres y parientes en duelo, por más imposible que parezca, es reconstruir un mundo sin el niño y esa reconstrucción puede llevar mucho tiempo. Cuando perdemos un hijo, puede parecer que la luz del mundo se ha apagado. Nos sentimos locos, pasamos por nuestros días como robots o estatuas de piedra, no podemos imaginar seguir adelante.
No hay muchas palabras que den consuelo a un padre, madre o abuelos u otro pariente en duelo durante este tiempo. Independientemente de su edad o la edad del niño, no hay pérdida tan devastadora. La muerte de un hijo es tan impensable que cada emoción y pensamiento se intensifica y exagera, incluido el tiempo del duelo. El duelo de los padres puede durar 10 o 20 años—o toda la vida. Sin embargo, aquellos que viven y siguen adelante a pesar de esta prueba inimaginable sin amargarse, resultan ser algunos de los individuos más fuertes y amorosos del planeta.