Tú estas conmigo

El duelo es una oportunidad para el crecimiento personal. Cuando el duelo se acaba, emerge una nueva persona. Existen nuevas actitudes, nuevos valores, una nueva visión de la propia vida, nuevas relaciones.

Al igual que otros tipos de sufrimiento, el duelo ofrece una genuina oportunidad de cambiar y crecer. Toda crisis presenta sus peligros, pero también oportunidades; ambas van inextricablemente unidas. Por este motivo, el tratamiento adecuado de este proceso es vital para eludir las trampas que nos conducen al duelo complicado.

¡Se puede mirar el futuro y sobre todo el presente sin «vivir» en función del pasado!

Para el creyente hay una certeza, la más importante: al recorrer la oscura senda del luto, nunca estás solo del todo. Dios va contigo. «Aunque ande en valle de sombra de muerte, tú estarás conmigo» (Salmo 23:4).

En el duelo, como en muchas otras situaciones de sufrimiento,los dolientes necesitamos ser escuchados , encontrar personas que no se cansen de escucharnos y que traten de ser empáticos. La persona afligida no necesita la elocuencia de un buen sermón, sino el calor de una mano tendida con amor… No te sientas incómodo por los periodos de silencio, aunque sean largos.

Recuerda que, en el sufrimiento, «las palabras son de plata, pero el silencio es de oro». Los momentos de silencio son fructíferos porque contienen un gran potencial terapéutico.