No es necesario hablar, solo estar ahí
Cuando visité a un paciente que no podía hablar por que tenía un tumor en la cara, en mi visita solo podía permanecer en contacto silencioso con él sin embargo llegó en un momento en que sucedió algo extraordinario. Me di cuenta que ya no sentía el olor funesto que me inundó al entrar a su habitación. Era como si la degradación física de ese hombre, tan horrible al principio, hubiera desaparecido de la vista. Simplemente, yo estaba ahí en contacto con esa persona, sentía en mi mano su presencia viva y cerré los ojos. Yo lo sentía y él me sentía. Y hubo algo muy suave y tierno, difícil de expresar, algo muy apacible también y totalmente inesperado. No sé cuánto tiempo me quedé ahí. Después le propuse volver y él me apretó fuertemente la mano; yo sentí que estaba de acuerdo. Y salí curiosamente liviana y llena de energía.
María de Hezzenell
(Psicóloga, experta en cuidados paliativos durante más de 20 años)