Rescatar a las madres luego de un aborto provocado
Nuestra sociedad ha perjudicado a las mujeres al fingir que el aborto borra la experiencia del embarazo. Las organizaciones proaborto reconocen que hasta un 10 por ciento de las mujeres que ha tenido abortos puede tener consecuencias psiquiátricas graves.
Asimismo, la cantidad de mujeres que está lidiando con problemas relacionados con el aborto, pero no bastante severos como para clasificarlos como “psiquiátricos graves”, es asombrosa. Hay gran cantidad de mujeres que no encaja en la categoría del “10 por ciento”. Son solteras y casadas, con o sin hijos. Están en todas partes. Algunas han escondido el hecho durante años. Algunas han estado tratando de encontrar maneras para suprimir su sufrimiento con medicación.
Otras han luchado contra la depresión y los desórdenes de ansiedad, fracasos en las relaciones, infertilidad y dificultades en el embarazo; y tal vez, nunca relacionaron estas dificultades con el aborto que sufrieron.
El Proyecto Raquel no utiliza el lenguaje del síndrome postaborto que muchos otros utilizan. Un síndrome” implica una patología, que es el peor de los casos. Pero para muchas mujeres, las secuelas del aborto no se refieren a una patología física, sino al dolor y a la culpa. Estos sentimientos requieren sanación espiritual y psicológica. En el proceso de sanación hay que tratar ambos aspectos.
El dolor y la culpa son reacciones normales de una mujer que ha perdido a un hijo, o hijos de forma traumática y no natural. Cómo trata de hacer frente a esta pérdida puede ser el lugar donde entran las cuestiones patológicas.
Puede sentir este dolor inmediatamente después del aborto o puede que no llegue a entenderlo por muchos años, cuando un “incidente desencadenante” de repente la hace consciente de su necesidad de sanación. Aquí es donde y cuando la Iglesia necesita estar lista para ella. Y el Proyecto Raquel está en el corazón de la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II se dirigió a las mujeres que han sufrido un aborto con una afectuosa compasión y un profundo entendimiento de sus necesidades:
Probablemente la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación.
Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor. (El Evangelio de la Vida,no. 99)