Evita esto

Si vas a visitar a un amigo que está muy grave, evita comportamientos que lo cosifiquen y lo vuelvan solo «un enfermo», recuerda que lo que se valora es «estar con él» en ese momento, es el tiempo y el afecto dedicado en esa visita.

A veces no se visita a los moribundos porque no se sabe qué decir, perose visita a una persona no para resolverle los problemas o impedirle que muera, sino para testimoniarle afecto y cercanía.

Recuerda evitar esto:

√ Adoptar caras tristes o expresar conmiseración. El que sufre no pide pietismo, sino serenidad. Expresiones tales como: “Pobrecito, no merecías todos estos sufrimientos”; “¡Dios mío, cómo has adelgazado!”; “Todas las desgracias te han sucedido a ti, eres verdaderamente desafortunado”, no consuelan.
√ Limitar la conversación al horizonte físico: “¿Consigues comer?; “¿Te duele todavía el estómago?”; “¿Se te ha pasado la fiebre?”. La persona es mucho más que su cuerpo lleno de fatigas; la invitación es a que ampliemos la mirada hacia otros horizontes: emotivo, cognitivo, relacional, espiritual.
√ Recurrir a “mentiras piadosas” para no mirar a la cara de la realidad. Ante quien pregunta el porqué de terapias intensivas, o que exige claridad acerca de su propio estado, se le oculta la realidad comentando que las curas sirven para reducir una úlcera, o que son una medida de precaución para prevenir infecciones.
√ Cambiar de tema cada vez que el moribundo toca una tecla delicada: “No pienses en ello, trata sólo de dormir”; “Te cuento lo que me pasó el otro día…”; “Hace un día muy hermoso, distráete un poco dando un paseo”; “Ahora me tengo que ir, así descansas un poco…”.
√ Sentir la necesidad o la obligación moral de contrarrestar las contrariedades buscando siempre algo positivo que decir: “Piensa en vivir, que para morir siempre hay tiempo”; “No te dejes abatir por estos pensamientos”; “Para curarte tienes que ver las cosas positivamente”; “No te desanimes, hay otros remedios para tus problemas”.
√ Juzgar los sentimientos: “Lamentarse no sirve de nada”; “No te sientas así”; “No digas eso”; “No llores”; “No te enfades”. Toda una letanía de “Noes” que molesta a las personas, aumenta la depresión o la soledad y complica su curación interior.
√ Minimizar las pérdidas, para mantenerles con la moral alta: “Deja que te cuente todos los problemas que tengo yo”; “Eres afortunada, que tienes a tu familia”;“Acabo de encontrarme con una señora que en el último año perdió a su marido, al hijo en un accidente de tráfico, y ahora su hermana se está muriendo de cáncer. En comparación, tú no tienes nada”.
√ Imponer los propios esquemas de referencia: “El que tiene fe no se desanima”; “Dios envía estas pruebas a las personas que más ama”; “No todo el mal viene para perjudicar”; “Es la voluntad de Dios”; “Reza, si quieres curarte”.
√ Culpabilizarles por pensamientos o estados de ánimo que manifiestan confidencialmente: “Ponerse a llorar no sirve de nada”; “Tienes que ser fuerte por los niños”; “Piensa en los demás, no en tus problemas”.
√ Hacer a las personas completamente dependientes de la propia ayuda: “No te levantes, yo me encargo”; “Tú sólo tienes que ponerte buena, en lo demás pensamos nosotros”; “Tú trata sólo de descansar y hacer lo que te dice el médico”.
√ Dejar que la ansiedad de los familiares tome la delantera: obligan al que está agonizando a comer o a beber con la falsa ilusión de prolongarle la vida, cuando el enfermo no tiene fuerzas ni para respirar, con el riesgo incluso de ahogarlo.
√ Impedir a los niños que vean a una persona querida, para que no queden impresionados o afectados por su estado.
√ Dar falsas esperanzas a quien está a punto de despedirse: “Dentro de unos días estarás mejor y volverás a casa”; “Lo peor ya pasó, verás cómo te curarás”; “Dentro de poco estos momentos difíciles serán sólo un mal recuerdo”.
√ Oponerse a los intentos del que se está muriendo de expresar sus “últimas voluntades”, distrayéndole con otros pensamientos: “¡Mira qué buen día de sol!”; “Trata de curarte, no pienses en ello”.
√ Tener constante necesidad de decir o de hacer alguna cosa en torno a la abecera del moribundo, para así evitar el “vacío de silencio” o la sensación de impotencia.
√ Permitir que se prepare el funeral a la cabecera de quien está en coma: sin saber que, con frecuencia, está en grado de oír y de captar todo lo que está sucediendo, aun cuando no esté en condiciones de reaccionar. No hay que tener prisa por enterrar a las personas antes de que estén muertas.

En síntesis, es importante evitar asumir estos comportamientos, que llevan a deshumanizar el morir, y cultivar actitudes positivas que permitan vivir la despedida, por fatigosa y dolorosa que sea, de una forma más serena y sincera.