El duelo invisible: cuando el bebé soñado no llega a nacer

Un dolor silencioso : el duelo por la pérdida de un bebé no nacido

La pérdida de un bebé durante el embarazo o poco después del nacimiento es un duelo que muchas veces se vive en silencio. La sociedad suele minimizarlo con frases como “ya tendrás otro”. Pero el amor de los padres empieza desde el primer latido. Ese hijo ya era esperado, soñado y amado.

Nombrar el duelo es dignificar la vida

Aceptar la pérdida por un bebé no nacido es un duelo real ayuda a los padres a darle un lugar en la historia familiar. Reconocerlo no significa quedarse atrapados en la tristeza, sino dar dignidad a esa vida que, aunque breve, dejó huella.

Cómo afrontar el duelo perinatal

  1. Permítete sentir: no ocultes el dolor ni lo compares.
  2. Crea un ritual simbólico: un nombre, una carta, una vela, un lugar de memoria.
  3. Busca acompañamiento: pastoral, psicológico o comunitario.

La fe que consuela

En la visión cristiana, este duelo no es en vano. Creemos que ese hijo está en la plenitud de Dios y que un día volveremos a encontrarnos. El amor que sentimos por él nos impulsa a cuidar más la vida presente y a mantener viva la esperanza.

El duelo por la pérdida de un bebé no nacido merece ser reconocido, vivido y sanado. Hablarlo es un acto de amor hacia el hijo que no nació y hacia los padres que aprenden a vivir con su ausencia.

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Si has vivido una pérdida de este tipo, no estás solo. En Fuente de Paz queremos caminar contigo con respeto y esperanza.