Los ancianos y la muerte

Muchas veces creemos que la angustia desatada en el enfermo, al enterarse del diagnóstico, deriva sólo del terror por la muerte. Sin embargo, existen otras personas que, por variadas circunstancias –tendencia a la depresión, soledad, vida fracasada, baja autoestima, remordimientos, oportunidades perdidas, injusticias con los demás y, sobre todo,
para con los familiares, manifiestan un miedo que no tiene que ver tanto con la propia muerte, como con el desamparo de otros. Vuelve a revelarse como agobiante, no la muerte en sí, la aniquilación del ser, sino lo incierto de una posible vida feliz de seres que se quieren. De ahí la expresión que hemos oído tantas veces en asilos de ancianos “No temo a la muerte, no tengo nadie a quien hacerle falta”.

NO ES EL DOLOR POR LA MUERTE, ES EL MENOSCABO DE VIDAS AMADAS

No es el dolor por la muerte en sí, sino por el menoscabo de vidas amadas, lo que prueba que la vida muestra siempre un sentido valioso aun para quien está ya a punto de abandonarla. La vida, al tener presente la necesidad de crecer, madurar, gozar y elevarse hasta lo más grande, no debería experimentar sobresaltos tan angustiosos al
acercarse al paso de uno de sus momentos naturales. Por lo demás, la presencia dinámica de la muerte en la mente del hombre es lo que hace que experimente
su temporalidad, sepa que los momentos provechosos para realizar algo se le escapan de la mano si no se está alerta, que tiene plazos para desarrollarse, y
que los instantes favorables, las épocas oportunas, no vuelven.

En el fondo pareciera que una parte notable del dolor de morir, sea un dolor de la vida por no haberse realizado de acuerdo con las posibilidades tenidas;dolor por un pasado pobre, por no haber sido aún más vida. El resto lo hace la nostalgia al aproximarse al fin de un viaje maravilloso, como es el breve viaje por el mundo. Quizás, en el caso de los ancianos, habría que precisar que no es tanto la pérdida de las posibilidades respecto al futuro lo que entristece, sino, más bien, la pérdida del poder de repetir el pasado y, en otros, de no poder corregir o cambiar un pasado del cual “se arrepienten” y que no les permite vivir en paz su presente… no encuentran la “paz espiritual”.
Negar y temer la muerte es un absurdo: “La vida nos ha sido concedida con la limitación de la muerte; hacia ésta nos dirigimos. Temerla es, por lo tanto, una insensatez, ya que los acontecimientos seguros se esperan; son los dudosos los que se temen”.

AMAR LA VIDA SOLO ES POSIBLE SI ESTAMOS SIEMPRE LISTOS PARA MORIR

Sólo son capaces de amar verdaderamente la vida, de acometer grandes acciones, de correr riesgos y creer en el futuro quienes saben que disponen de una única existencia, que están destinados a morir tarde o temprano.