¿Los católicos pueden cremarse?

Enterrar a los muertos es una obra de misericordia de la Iglesia Católica, que se cumplió hasta el siglo XVIII cuando los cementerios se situaban detrás de las iglesias, sin embargo con el crecimiento de las ciudades y los escasos cuidados para el entierro de los cuerpos, esta práctica se volvió insalubre, motivo que obligó a enterrar fuera de las ciudades.

POSICIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA FRENTE A LA CREMACIÓN
Desde el Concilio Vaticano II, al tratar de las exequias religiosas, la Iglesia dice lo siguiente:
“La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana” (Código de Derecho Canónico, canon 1176 §3). “Las cenizas derivadas de la cremación del difunto deben ser guardadas con respeto,
igualmente aquellas retiradas de la sepultura cuando se completa la deterioración del cadáver por medio de la corrupción orgánica. El lugar apropiado para guardarlas son las urnas en los cementerios donde las personas pueden ir a rezar y recordar piadosamente al finado.”

Debemos recordar que las cenizas de la cremación no dificultan en nada el poder de Dios que puede darnos un cuerpo glorioso en el día de la resurrección, sea cual fuera la forma de nuestra muerte o de nuestro entierro; la cremación es solo un proceso práctico por el cual llegamos rápidamente al mismo punto final al que se llega luego de muchos años por medio
de la descomposición natural del cuerpo.