No me gusta ir a los velorios

¿Por qué es importante asistir a un velorio?

En nuestra cultura, el velatorio o velorio es uno de los rituales más antiguos y significativos en torno a la muerte. Es un momento en el que la familia, los amigos y conocidos se reúnen para despedir al ser querido que ha partido. Aunque a veces nos resulte difícil o incómodo asistir, estar presentes en un velorio tiene un valor profundo, tanto para quienes están de duelo como para nosotros mismos.

1. Un acto de acompañamiento y consuelo

Cuando acudimos a un velorio, no vamos solo a ver al fallecido: vamos a abrazar con nuestra presencia a quienes más lo amaron. A menudo no hay palabras que alivien el dolor, pero el solo hecho de estar allí, escuchar, tomar una mano o dar un abrazo puede ser un bálsamo para el corazón herido. Nuestra presencia es una forma silenciosa pero poderosa de decir: “No estás solo”.

2. Un momento para comenzar a aceptar la pérdida

Ver el cuerpo del ser querido, orar por él, escuchar recuerdos o simplemente estar en silencio junto a su familia ayuda a hacer tangible la realidad de la muerte. Este paso, aunque doloroso, es necesario para que comience el proceso de duelo. Negar la muerte o evitar el contacto con ella muchas veces nos deja en un estado de confusión o negación que puede durar más tiempo del necesario.

3. Un espacio para el recuerdo y el agradecimiento

El velorio también nos brinda una oportunidad para recordar la vida del fallecido: sus gestos, sus historias, sus enseñanzas. Es un tiempo para agradecer lo compartido, para reconocer el impacto que tuvo en nuestra vida, por más pequeño que parezca. Escuchar las anécdotas de otros también nos enriquece y puede traer consuelo.

4. Un gesto de humanidad y solidaridad

En un mundo que a menudo nos empuja a seguir adelante sin detenernos, asistir a un velorio es un acto contracorriente: nos detenemos para mirar de frente la realidad de la muerte, para acompañar en el dolor, para honrar la vida. Nos recuerda que somos comunidad, que nos necesitamos, y que la muerte, por más dolorosa que sea, también puede unirnos.

5. Una oportunidad espiritual

Para quienes tienen fe, el velatorio es también un momento de oración y esperanza. Es una ocasión para encomendar el alma del fallecido, para pedir por su descanso eterno y por el consuelo de quienes quedan. En medio del dolor, se abre la posibilidad de experimentar la paz que solo Dios puede dar.


En resumen

Asistir a un velorio no es solo un deber social; es un acto de amor. Es una forma de honrar la vida de quien partió, de sostener a quienes sufren, y también de crecer como seres humanos. La muerte nos confronta con lo esencial, y en ese encuentro, si estamos presentes con el corazón abierto, puede nacer una nueva comprensión de la vida, del amor y del tiempo que aún tenemos.