¿Cuánto tiempo me seguiré sintiendo tan mal?
Perder a un ser querido es lo más duro que nos puede pasar en la vida. Sufrir es inevitable, pero lo normal es que el dolor vaya dando paso a otros sentimientos menos agudos, como la tristeza, la aceptación, la nostalgia y -finalmente- la necesidad de seguir con nuestra propia existencia.
A pesar de que la persona en duelo está deseando superar ese dolor, en este caso más que nunca las prisas no son buenas. Una de las preguntas más frecuente es “¿cuánto tiempo me seguiré sintiendo tan mal?”. La respuesta no es fácil, ya que la duración del proceso de duelo es muy variable y depende de cada persona y de sus circunstancias. De forma general podemos decir que, como mínimo, debe pasar un año para superar la pérdida. No obstante, los estudios más recientes sostienen que tras una pérdida significativa el afectado comienza a recuperarse en el segundo año. La superación del aniversario de la muerte del ser querido, así como el paso por fechas señaladas, son aspectos cruciales para superar el duelo
Cuando llegan momentos en la vida donde experimentamos dolor emocional por alguna pérdida, nos cuestionamos ¿para qué me sirve este dolor? ¿Cómo me lo puedo quitar? Creemos que es un estorbo o una enfermedad de la que hay que huir, sin embargo, el dolor es universal, tarde o temprano, todos realizamos el viaje de la soledad, del dolor de la pérdida, pero esta travesía hará de uno una persona nueva.
¿Para que sirve sufrir tanto?
Si nos lo permitimos, podemos aprender mucho del dolor y la aflicción por la pérdida. El dolor por la pérdida de un ser querido puede obligarnos a contemplar directamente nuestra vida y forzarnos a encontrar en ella un sentido del que tal vez antes carecía.
Cuando se halla uno solo después de la muerte de una persona a la que amaba, puede surgir la sensación de que se le ofrece una nueva vida y se le pregunta: “¿Qué vas a hacer con esta vida? ¿Por qué deseas seguir viviendo?” El dolor de la pérdida puede despertar dentro de cada uno valores y una apreciación más profunda de las personas, de las cosas, de la vida. Pueden ayudarnos a replantear nuestras prioridades, pueden hacernos más sabios y también pueden ser un recordatorio en el cual pueden recordar vivamente lo que puede ocurrir si en vida uno no expresa su amor y su aprecio, o pide perdón.
Esto puede contribuir a hacernos mucho más sensible a los seres queridos que aún viven. Sea vulnerable y receptivo, sea valeroso, sea paciente y comparta el amor que tiene con los que aun tiene a su lado.