¿Por qué pedir misas para los difuntos?

¿POR QUÉ PEDIMOS INTENCIONES EN LAS MISAS?

“Pedir intenciones en las Misas por los seres queridos es un acto de amor”, dijo el P. Luis Largaespada, párroco de la iglesia St. Hugh, en Coconut Grove.

“No hay oración más poderosa que la Misa”, continuó el sacerdote. “Se puede ofrecer la Misa por los vivos y por los difuntos y es importante porque es pedirle a Dios en la mejor manera posible misericordia, ya sea por el enfermo, por la salud, o por cualquier intención que uno tenga. Ofrecer una Misa es el mejor regalo que le podemos hacer a alguien vivo o difunto”, dijo el P. Largaespada.

Las personas piden que se hagan Misas por sus seres queridos, por los difuntos sobre todo porque es amor, así como se les lleva flores a la tumba, o se les enciende velas recordando al difunto . “La Misa es la mejor manera de ser recordado y es importante que le enseñemos a nuestros niños. Si no pasamos esta tradición no van a rezar por nosotros, nadie va a ofrecer Misa por nosotros”, agregó el clérigo.

Para el P. Patrick Charles, párroco de la iglesia St. Stephen, en Miramar, las personas piden intenciones porque “sabemos que las intenciones trabajan. Por eso la gente cuando quiere algo viene a la iglesia y pide que recemos por sus intenciones personales, ya sea por sus enfermos, a veces por una situación de inmigración o trabajo. Es una fe activa, una fe de acción”.

Las intenciones que se ofrecen para los difuntos los ayudan a que pasen el purgatorio. Cuando una persona fallece y no merece el infierno, pero tampoco está pura, pura para entrar a la presencia de Dios en el cielo, va al purgatorio. El purgatorio, según el catecismo de la Iglesia, “es el lugar en donde reparamos el mal que hayamos hecho y que en vida no tuvimos la oportunidad de reparar”, explicó el P. Largaespada y agregó que “con nuestras oraciones que es amor, reparamos el amor que a las almas que están en el purgatorio les falta para entrar en la presencia de Dios”.

(…) “Hay que exhortar a las personas a tener esa piedad de ofrecer Misas por los vivos y difuntos y el Señor hará maravillas. No tenemos la idea del poder de una Misa. Creo que solo cuando entremos en la presencia de Dios nos daremos cuenta de ese valor infinito de la Misa, de asistir y de ofrecer”, indicó el P. Largaespada.

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