¿Qué es la muerte?

Muchas cosas cambian  para un niño después de la muerte de un familiar o un amigo.

Si el niño estaba muy unido a la persona fallecida sentirá pena igual que un adulto y llorará de vez en cuando. Los niños difieren de los adultos en que no lloran durante tiempo seguido, están tristes poco tiempo en comparación con un adulto y regresan a sus actividades normales mucho antes.
Esto no quiere decir que no sean capaces de entender qué es lo que ha ocurrido, sólo significa que no son capaces de mantener estas reacciones tanto tiempo como los adultos. Los niños reaccionan según lo que entienden de la muerte:

Las reacciones normales del duelo en niños y adolescentes incluyen (Ramos Álvarez,2010):

Impresión e incredulidad:  Al principio, la muerte es difícil de aceptar aunque la persona haya estado enferma durante un largo período de tiempo. Esta incredulidad puede protegernos contra sentimientos intensos.
Recuerdo: Poco a poco, los recuerdos y las características de la persona fallecida se hacen menos claras en nuestras mentes, es un proceso normal. Algunas personas se preocupan ya que piensan que esto significa que esa persona no era tan especial para ellas como para tener un recuerdo nítido de la misma.
Sueños: Pueden tenerse sueños en los que aparezca la persona fallecida. Algunos encuentran sus sueños reconfortantes, otros se alteran y se despiertan muy tristes.
Lágrimas: meses más tarde, las lágrimas aparecen de forma inesperada, esto puede sorprender a los niños ya que pensaban que lo habían superado. Puede ser porque los niños están aceptando sus sentimientos y se están dando cuenta de que esa persona ha muerto y nunca volverá
Miedo después de la muerte de uno de los progenitores: Los niños pueden sentir miedo de perder al otro progenitor. Lo que resultaba cotidiano ha cambiado, el otro padre está apenado y diferente, pueden temer que deje de quererles. Pueden también preocuparse por lo que va a pasar con ellos y con su futuro, por lo que es importante tranquilizarlos y
explicarles que ya se ha pensado en eso.
Enfado y renuncia: los niños pueden sentirse enfadados, pensar que el mundo es injusto y encerrarse en sí mismos. Algunos pueden sentir pánico por el futuro y estar asustados por tener que depender de otras personas. Pueden creer que se están volviendo locos. Pueden también sentirse culpables por algo que le pudieron hacer o decir a la persona fallecida y que son incapaces de olvidar, y como los adultos pueden tener remordimientos por lo que no hicieron.
Tristeza: la tristeza viene y va a lo largo del tiempo. Si a los niños se les permite hablar con otra persona que les comprenda, la curación será más probable.