¿Qué le digo?

La primera vez que vea a una persona cercana después de que él o ella haya perdido a su hijo, lo mejor que puede hacer es simplemente abrazarla o tocarla y decir: «Lo siento mucho». Ninguna otra palabra es realmente adecuada. No diga, «Puedes tener otro hijo». Otro niño puede traerles alegría nuevamente algún día, pero nunca reemplazará al que murió.

Su amigo o ser querido puede tener una gran culpa por no haber podido proteger o curar a su hijo o nieto. Esta gran culpa es normal. Pueden tener un sentimiento de fracaso personal, que como padres no fueron «lo suficientemente buenos». Es posible que pueda ayudarlos en algún momento retando sus creencias negativas sobre ellos mismos. Recuérdeles que la conversación interior negativa y la auto recriminación solo servirán para que su dolor sea más insoportable. A menos que hayan perjudicado intencionalmente a su hijo, sin duda está bien decir lo que admira de su crianza y que no podrían haber hecho un mejor trabajo.

En algún momento, los padres pueden darse cuenda dolorosamente de que casi nadie menciona el nombre de su hijo. Anhelan escucharlo. Incluso si lloran cuando le escuchan a usted decirlo, es porque les gusta oír que lo dice. Otra cosa que puede hacer es compartir sus recuerdos del niño y escuchar mientras comparten los suyos.